septiembre 11, 2021

Cura de heridas

Cura de heridas

La mayoría de nosotros pensamos que las heridas ocurren a partir de accidentes. Pero las incisiones quirúrgicas limpias también se consideran heridas. También son heridas los lugares del cuerpo por donde se introducen tubos o catéteres en el cuerpo. La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo y ayuda a protegernos de los gérmenes (bacterias, hongos y virus) que viven sobre ella. Por lo tanto, cualquier cosa que rompa la piel es una herida porque, cuando se abre la piel, existe el riesgo de que entren gérmenes en el cuerpo y causen infecciones.

Cuanto más profunda, más grande o más sucia sea una herida, más cuidados necesitará. Por eso, equipos de médicos y de enfermeros especialmente formados y con experiencia en el cuidado de heridas trabajan conjuntamente para supervisar y tratar las heridas graves.

Los tipos de heridas abarcan:

Cortaduras

Raspaduras

Heridas punzantes

Quemaduras

Úlceras de decúbito

Una herida puede ser lisa o áspera. Puede estar cerca de la superficie de la piel o ser más profunda. Las heridas profundas pueden afectar:

Los tendones

Los músculos

Los ligamentos

Los nervios

Los vasos sanguíneos

Los huesos

Las heridas menores a menudo sanan fácilmente, pero todas las heridas necesitan cuidados para prevenir una infección.

¿Cómo cuidar una herida?

  1. Valorar la gravedad de la herida

Es necesario saber si la herida es leve y, por lo tanto, puede ser tratada por el padre, la madre o la persona responsable del niño, o si, por el contrario, se trata de una herida más grave que necesita la intervención de un especialista. Se debe acudir al médico en los siguientes casos:

Cuando a pesar de hacer presión la hemorragia no se detiene o si, una vez detenida, la herida vuelve a sangrar.

Cuando no se puede limpiar la herida correctamente o si hay algún tipo de objeto en su interior (si el objeto es muy grande, es mejor no retirarlo ni moverlo).

Si la herida es grande o profunda y se sospecha que podría necesitar puntos de sutura.

Cuando la lesión ha sido causada por la mordedura de algún animal u otra persona, ya que puede ser necesaria la administración de una vacuna antitetánica y de antibióticos.

Si la herida afecta a zonas sensibles, como la cara o los genitales.

Por otro lado, una herida se caracteriza por interferir en la integridad de la piel, y puede ser producida por agentes externos (objetos punzantes, piedras, el propio calzado, etcétera) o internos (rotura de un hueso, una prótesis metálica, etcétera), por lo que no siempre es abierta y sangra al exterior: hay otro de tipo de heridas, como las ampollas o los hematomas, que son producidos por algún golpe u otra causa.

  1. Detener la hemorragia

Si la herida sangra, el primer paso es detener la hemorragia aplicando presión. Es muy importante lavarse bien las manos antes de manipularla para evitar infecciones. La hemorragia se debe detener comprimiendo y haciendo presión con una gasa o un material que no tienda a deshacerse y soltar algodón, hasta que se forme un coágulo y deje de sangrar. Si la herida se ha producido en una extremidad, se puede elevar para disminuir el flujo sanguíneo. También es importante mostrar calma y serenidad delante del niño, ya que su reacción puede depender mucho de la de las personas que le rodean.

  1. Limpiar la herida

Es muy importante limpiar la herida para evitar que se produzcan infecciones. Se puede lavar la lesión con agua corriente o suero fisiológico. Se debe procurar limpiar la herida desde el centro hacia los bordes, para no acumular restos de suciedad en la lesión. No se debe frotar la herida para quitar la suciedad, es decir, hay que limpiarla con cuidado; tampoco es conveniente usar jabón de sosa o casero, ya que este producto es bueno para lavar materiales inertes pero, al usarlo en el cuerpo humano, altera la flora que se encarga de mantener el pH ácido de la piel que sirve de protección ante las infecciones.

  1. Desinfectar la herida

Se debe desinfectar la herida aplicando antisépticos, como clorhexidina o povidona yodada, que tienen un efecto desinfectante y fungicida.

 Cicatrización de las heridas

La cicatrización de las heridas es un fenómeno fisiológico que comienza con la coagulación sanguínea para después continuar con la activación de los procesos catabólicos de limpieza y seguir con la regeneración de nuevo tejido de relleno (fase anabólica) y finalizar con la estructuración de un nuevo tejido cicatricial.

Por regla general, la curación no cicatrización de una herida consta de tres fases: inflamatoria/exudativa, proliferativa y de diferenciación, maduración o remodelación.

 Fase inflamatoria/exudativa

Se detiene la hemorragia por medio de las plaquetas y de la formación de fibrina. Aparecen los primeros signos de defensa del organismo (neutrófilos, macrófagos y linfocitos) con el objetivo de evitar la contaminación de microorganismos.

 Fase proliferativa

Predomina la proliferación celular (fibroblastos y colágeno) con el objetivo de que se vuelvan a formar los vasos destruidos y se rellene la zona defectuosa mediante tejidos de granulación.

Fase de diferenciación, maduración o remodelación

Se produce una contracción de la herida mediante la transformación del tejido granular en tejido cicatricial. La epitelización cierra el proceso de cicatrización.

El proceso de curación de heridas es un proceso activo, dinámico e involuntario en el que las distintas fases que lo componen se superponen en el tiempo, sin poder separar claramente unas de otras.

 

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