febrero 1, 2024

Larva cutánea migrans

Larva cutánea migrans

La larva cutánea migrans es una infección de la piel causada por la penetración y el movimiento de las larvas de algunos parásitos intestinales de perros y gatos, principalmente los anquilostomas Ancylostoma braziliense y Ancylostoma caninum. Estas larvas no pueden completar su ciclo de vida en el ser humano, por lo que se quedan atrapadas en la capa más superficial de la piel, donde producen una erupción pruriginosa y serpiginosa que sigue su trayectoria.

Síntomas

Los síntomas de la larva cutánea migrans suelen aparecer entre una y cinco semanas después del contacto con el suelo contaminado por las heces de los animales infectados. El síntoma más característico es la presencia de una línea roja y elevada que se extiende por la piel, a veces con forma de mapa o de letra S, que corresponde al recorrido de la larva. Esta línea suele avanzar unos pocos milímetros o centímetros por día y causa un intenso picor. La zona de entrada de la larva puede presentar una pequeña pápula roja y pruriginosa. La infección puede afectar a cualquier parte del cuerpo, pero es más frecuente en los pies, las piernas, los glúteos y el tronco.

Causas

La causa de la larva cutánea migrans es el contacto de la piel con el suelo contaminado por las larvas de los anquilostomas de perros y gatos. Estas larvas se desarrollan a partir de los huevos que los animales infectados eliminan en sus heces. Las condiciones ambientales ideales para el crecimiento de las larvas son el calor, la humedad y la arena. Por eso, las playas, los parques y las zonas de juego infantiles son los lugares más propensos a albergar las larvas. La infección se produce cuando las larvas penetran en la piel a través de los poros, las heridas o las abrasiones. Las larvas no pueden llegar al intestino humano, donde completarían su ciclo de vida, por lo que se quedan en la piel y se mueven de forma errática hasta que mueren.

Tipos

Existen dos tipos principales de larva cutánea migrans, según el agente causal:

– Larva cutánea migrans por Ancylostoma braziliense: es el tipo más común y se produce por la infección con el anquilostoma del gato y, en menor medida, del perro. Se distribuye por las regiones tropicales y subtropicales de América, África y Asia. Las larvas suelen morir en unas semanas o meses.

– Larva cutánea migrans por Ancylostoma caninum: es el tipo menos frecuente y se produce por la infección con el anquilostoma del perro. Se encuentra en todo el mundo, pero es más prevalente en las zonas templadas. Las larvas pueden sobrevivir hasta un año en la piel.

Diagnóstico

El diagnóstico de la larva cutánea migrans se basa en la historia clínica, el examen físico y la identificación de la lesión cutánea típica. No se requieren pruebas de laboratorio, salvo que se sospeche de una infección secundaria o de una afectación sistémica. En algunos casos, se puede realizar una biopsia de la piel para confirmar la presencia de la larva y descartar otras causas de erupción.

Tratamiento

El tratamiento de la larva cutánea migrans tiene como objetivo eliminar las larvas, aliviar el picor y prevenir las complicaciones. El tratamiento más efectivo es el uso de medicamentos antiparasitarios por vía oral, como el albendazol, la ivermectina o el tiabendazol. Estos fármacos suelen curar la infección en unos días y reducen el riesgo de recaídas. El tratamiento tópico con cremas o geles que contienen tiabendazol, permetrina o ivermectina puede ser útil en las lesiones localizadas y poco extensas. También se pueden aplicar agentes criogénicos, como el nitrógeno líquido o el cloroetano, para congelar y destruir las larvas, pero este método puede ser doloroso e ineficaz. Para aliviar el picor, se pueden usar antihistamínicos orales o tópicos, corticoides o calamina. En caso de infección secundaria, se pueden administrar antibióticos.

Prevención

La prevención de la larva cutánea migrans se basa en evitar el contacto de la piel con el suelo contaminado por las larvas de los anquilostomas. Para ello, se recomienda:

– Usar calzado cerrado y ropa adecuada cuando se camina por zonas de riesgo, como playas, parques o jardines.

– No sentarse ni acostarse directamente sobre la arena o la tierra, sino usar una toalla, una esterilla o una silla.

– No permitir que los niños jueguen en cajas de arena al aire libre que puedan estar contaminadas por las heces de los animales.

– Evitar el contacto con perros y gatos callejeros o desconocidos que puedan estar infectados por los anquilostomas.

– Desparasitar periódicamente a las mascotas domésticas y recoger y eliminar sus heces de forma adecuada.

– Limpiar y desinfectar las heridas o las abrasiones que se produzcan en la piel tras el contacto con el suelo.

Factores de riesgo

Los factores de riesgo que favorecen la infección por la larva cutánea migrans son:

– Vivir o viajar a zonas tropicales o subtropicales donde los anquilostomas son endémicos.

– Caminar descalzo o con calzado abierto por playas, parques o jardines que puedan estar contaminados por las larvas.

– Tener contacto frecuente con perros o gatos infectados o con sus heces.

– Tener la piel lesionada o irritada por el sol, el agua o el roce.

Complicaciones

Las complicaciones de la larva cutánea migrans son poco frecuentes, pero pueden ser graves. Entre ellas, se encuentran:

– Infección secundaria de la piel por bacterias, que puede causar celulitis, abscesos o sepsis.

– Reacción alérgica o anafiláctica por la sensibilización a las proteínas de las larvas, que puede provocar urticaria, angioedema, asma o shock.

– Afectación sistémica por la migración de las larvas a otros órganos, como los pulmones, el hígado, el corazón o el cerebro, que puede ocasionar neumonitis, hepatitis, miocarditis o meningoencefalitis.

Pronóstico

El pronóstico de la larva cutánea migrans es bueno si se recibe un tratamiento adecuado y precoz. La mayoría de los casos se curan sin secuelas en unas semanas o meses. Sin embargo, si no se trata la infección, las larvas pueden persistir en la piel durante meses o años, causando molestias y complicaciones. Además, la infección puede reactivarse si se produce una nueva exposición a las larvas.

 

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