¿Qué es el glaucoma?
Como se detalla en el contenido de Salud ocular, la retina está compuesta por millones de células nerviosas, llamadas conos o bastones.
La función de los conos y bastones es transformar la luz en un impulso eléctrico, que se transmite a las células ganglionares, que también se encuentran en la retina. Este es el primer paso de la vía visual. Las terminaciones de estas células nerviosas salen por el nervio óptico y transmiten el estímulo visual al cerebro.
Lo que ocurre cuando se produce un glaucoma es que estas células mueren y, de una manera crónica y progresiva, la visión periférica se va deteriorando. Así, podemos decir que el glaucoma es una enfermedad del nervio óptico caracterizada por la pérdida de células ganglionares de la retina y que conduce a una reducción concéntrica del campo visual.
¿Cuáles son los síntomas del glaucoma?
El glaucoma produce una pérdida del campo visual periférico que no influye en la visión central hasta las fases finales.
El glaucoma crónico, que es el más frecuente, no da ninguna señal, excepto a veces cierto dolor de cabeza. Habitualmente se ignora y de ahí que sea grave, progresivo e irreversible si no se trata.
A partir de los 40 conviene tomarse la presión ocular para ver si ha aumentado y para que se pueda tratar antes de que se haya producido este daño irreversible.
Los síntomas más habituales son:
Pérdida de agudeza visual.
Pérdida de visión central.
Halos de luz o colores alrededor de las luces brillantes.
Dolor de cabeza o dolor ocular.
Náuseas o vómitos.
Causas
El glaucoma es la consecuencia de una lesión en el nervio óptico. A medida que este nervio se deteriora gradualmente, aparecen puntos ciegos en el campo visual. Por motivos que los médicos no comprenden en su totalidad, esta lesión en el nervio suele relacionarse con un aumento de presión en el ojo.
La presión ocular elevada se debe a una acumulación de líquido (humor acuoso) que circula dentro del ojo. Por lo general, este líquido interno drena a través de un tejido llamado malla trabecular en el ángulo en el que se juntan el iris y la córnea. Cuando se produce un exceso de líquido o el sistema de drenaje no funciona de manera correcta, el líquido no puede salir a su ritmo normal y aumenta la presión ocular.
El glaucoma suele ser hereditario. Los científicos han identificado, en algunas personas, genes vinculados con una presión ocular alta y con una lesión en el nervio óptico.
¿Cómo afecta el glaucoma del ángulo abierto al nervio óptico?
En la parte delantera del ojo existe un espacio llamado cámara anterior. Un líquido claro entra y sale continuamente de este espacio, alimentando los tejidos a su alrededor. El líquido sale de la cámara anterior a través del ángulo abierto donde se unen la córnea y el iris (vea el diagrama a continuación). Cuando el líquido llega al ángulo fluye a través de una red o malla esponjosa, parecida a un colador, y entonces sale del ojo.
A veces, cuando el líquido llega al ángulo, pasa muy lentamente a través de esta malla esponjosa. Al acumularse este líquido, la presión dentro del ojo aumenta hasta llegar a un nivel en que puede dañar al nervio óptico. Cuando el nervio óptico se daña por el aumento de la presión, puede causar glaucoma de ángulo abierto y alguna pérdida de visión. Por eso es importante controlar la presión dentro de los ojos.
¿Cómo se diagnostica?
La cifra de presión intraocular considerada normal oscila entre 10 y 21 mmHg. Sin embargo, esta cifra es únicamente orientativa, muy útil a efectos de cribaje de la población, ya que existe un gran número de personas con cifras mayores a 21 mmHg que no sufren glaucoma. Esto significa que tener la presión intraocular alta no implica obligatoriamente padecer glaucoma. Por un lado, esto se debe a que existen artefactos que alteran las cifras de los aparatos que miden la presión intraocular; además hay diversos modelos y distintos modos de funcionamiento. Por otro lado, hay un número nada despreciable de población con cifras de presión intraocular por encima de 21 mmHg que no sufren ninguna enfermedad.
Aunque es una enfermedad típicamente relacionada con la edad, existen ciertos factores raciales y hereditarios que pueden predisponer a padecerla. Además, los ojos con miopía y ciertas enfermedades generales como la diabetes hacen que el ojo sea más susceptible a tener un incremento de la presión intraocular y padecer glaucoma. Algunas medicaciones, como los corticoesteroides pueden aumentar la presión intraocular.
Ya que es una enfermedad asintomática, se recomienda una revisión de la presión intraocular cada tres o cuatro años a partir de los 40 años, aumentando la frecuencia de las revisiones a anual o bianual a partir de los 60. A los familiares de personas con glaucoma u otras personas con factores de riesgo se les aconseja realizar una revisión oftalmológica periódica a partir de los 35 años.
¿Cómo se trata el glaucoma?
Los cirujanos oculares u oftalmólogos son quienes suelen tratar a los pacientes que tienen glaucoma. En función de la edad que tenga, la causa del glaucoma y otras cosas, su tratamiento puede incluir:
Hacer cambios en la medicación que toma para tratar otros problemas
Gotas oculares u otros medicamentos tomados por vía oral (boca)
Cirugía, incluyendo los tratamientos por láser
La cirugía suele ser el mejor tratamiento para los bebés y los niños pequeños. La meta consiste en corregir el ojo para que pierda más líquido o lo fabrique en menos cantidad.
Después del tratamiento, el médico evaluará de nuevo la presión intraocular y hará otras pruebas. Algunos pacientes se pueden someter a más de un tratamiento para mantener baja la presión intraocular y prevenir posibles daños.
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