¿Qué son las várices?
La insuficiencia venosa crónica, también conocida como varices o venas varicosas, son venas hinchadas a causa de una acumulación anormal de sangre debido a la debilidad, a menudo heredada, en las paredes y válvulas de las venas superficiales. Esto hace que las venas se ensanchen y se dilaten, de manera que la sangre se acumula fácilmente cuando una persona permanece de pie durante mucho tiempo.
Síntomas
Además de ser antiestéticas, las varices suelen estar acompañadas de dolor y causar sensación de cansancio en las piernas. Sin embargo, en muchos casos el dolor no aparece ni aunque las venas sean muy grandes.
Se puede sentir prurito en la parte inferior de la pierna y en el tobillo, sobre todo, cuando la pierna está caliente después de haber usado medias o calcetines. Este prurito puede llevar a rascarse y a la aparición de enrojecimiento o erupciones que suelen atribuirse de forma errónea a sequedad de la piel. En ocasiones, el dolor es peor cuando las varices se están formando que cuando están completamente dilatadas.
Solo un pequeño porcentaje de las personas con varices sufre complicaciones como dermatitis, trombosis venosa superficial y inflamación de las venas (flebitis) o hemorragias. Las personas con venas varicosas también pueden desarrollar insuficiencia venosa crónica.
La flebitis aparece de forma espontánea o después de una lesión. Aunque suele ser dolorosa, la flebitis que se produce en las varices casi nunca tiene repercusiones importantes.
La dermatitis produce una erupción rojiza, escamosa y pruriginosa, o bien una zona de color marrón, por lo general, en la parte interna de la pierna por encima del tobillo. Un rasguño o una lesión poco importante, en especial las producidas al afeitarse, puede causar hemorragia o dar lugar a una úlcera dolorosa que no cicatriza y que también puede sangrar.
¿Qué puede causarlas?
Existen diversos factores que pueden influir y ser determinantes en la aparición de las varices.
Las hormonas. Las varices suelen afectar más a las mujeres que a los hombres, lo que está relacionado con una cuestión hormonal.
La edad y los factores hereditarios. Los problemas vasculares afectan generalmente a personas de entre 30 y 70 años. Con el paso de los años y en edades más avanzadas, el revestimiento elástico de las venas empieza a debilitarse, incrementando así la posibilidad de que las venas se dilaten.
El embarazo. Otro factor de riesgo es el periodo de embarazo, fase en la que muchas mujeres comienzan a tener varices por las influencias hormonales. Durante el embarazo, las hormonas provocan la dilatación de las venas. Se trata de un proceso necesario que contribuye a que llegue más sangre al útero con los nutrientes y el oxígeno necesarios para que el feto pueda crecer, pero que también pueden facilitar a la aparición de varices. Además, hay que tener en cuenta que el útero, al crecer, comprime las venas de drenaje de la pelvis, lo que dificulta el vaciado de la sangre de las piernas y provoca igualmente que las venas se dilaten. Estas situaciones generan dificultades en el flujo que dan origen a la aparición de varices, sobre todo en aquellas mujeres que, además, tienen antecedentes genéticos. De hecho, desde un punto de vista epidemiológico, se ha observado que las varices y otros síntomas de la insuficiencia venosa crónica aparecen en el 40% de las embarazadas. Generalmente, las primeras varículas (varices más pequeñas) aparecen al tercer mes de la gestación y es hacia el sexto mes cuando estas venas se engrosan y se dilatan más. También se ha observado que a partir del segundo parto aumenta la probabilidad de desarrollar IVC. Sin embargo, en ocasiones estos signos suelen desaparecen tras el parto, puesto que cesan los factores que los causaban.
La obesidad. Es uno de los factores que sí se pueden evitar y que influyen más directamente en la aparición de varices, porque el exceso de peso presiona las venas de las piernas y hace que se deterioren.
El factor postural. Pasar habitualmente muchas horas de pie o en una misma postura, como sentado o con las piernas cruzadas o dobladas, hace que la sangre no fluya adecuadamente por nuestro cuerpo y obligamos a nuestras venas a trabajar más para llevar la sangre al corazón.
Clasificación de las varices
Según su tamaño:
Telangiectasias o arañas vasculares. Son dilataciones de venas muy pequeñas situadas dentro de la propia piel. Son tan pequeñas que, normalmente, no se ven a simple vista, aunque cuando se dilatan se puede apreciar su recorrido a través de la piel en forma de caminos de color azulado. En su gran mayoría suelen ser un problema exclusivamente estético.
Varices reticulares. Son dilataciones de venas subcutáneas visibles de pocos milímetros. Al ser de mayor tamaño que las arañas vasculares cuando se dilatan son palpables. Pueden ir asociadas a molestias ocasionales en forma de picor o pierna cansada.
Varices tronculares. Son dilataciones de los troncos principales del sistema venoso superficial o de sus ramas. Son claramente palpables y suelen producir molestias (picor, dolor, hinchazón, pierna cansada…). En algunas circunstancias, pueden producir complicaciones en forma de flebitis, sangrados o alteraciones cutáneas como el ennegrecimiento o atrofia de la piel y, en último grado, la ulceración.
Según su causa:
Congénitas. Aparecen desde el nacimiento.
Primarias o esenciales. Aparecen después del nacimiento, aunque sin causa conocida.
Secundarias. Aparecen después del nacimiento, pero a raíz de una causa, típicamente traumatismos o trombosis del sistema venoso profundo.
Según su localización o anatomía. Dependientes de la vena safena interna, vena safena anterior, vena safena externa, venas perforantes de la pierna…
Según el mecanismo causal. Debidas a la disfunción del sistema venoso por reflujo o por obstrucción.
Existe una clasificación internacional llamada CEAP (por las iniciales de los términos ingleses Clinical, Etiology, Anatomy, Pathophysiology) que agrupa todas las anteriormente descritas permitiendo clasificar y estandarizar cada caso de varices de forma individual.
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